El mapa de tu vida es un salpicón de rayas y colorines que dibuja dónde te has hecho el que eres. Los cartógrafos hacen diseños de territorios –esos rincones del paisaje donde percibimos nuestro espacio como propio- y con ellos construyen mapas.
Un mapa es una idea fascinante que a la vez condensa tus itinerarios y tu historia. El mapa de tu barrio es un estado mental y por eso no coincide con el mapa de tu barrio hecho por tu vecino. Dos calles más allá, una esquina más acá. Sutiles diferencias que dibujan, construyen, imaginan, tu mapa personal. Idiosincrasia a escala 1:20.000
Y luego descubres que los mapas tienen un doble significado: como documentos con una finalidad y también como objeto estético. Una textura recia de líneas, puntos, formas abstractas y manchas de color, definiendo decisiones y rumbos, estrépitos, brusquedades e islas de calma.
Así mismo, un mapa es como un bosque de miradas, limpio, denso, personal, un reflejo de calles y ángulos que han conformado nuestras vivencias horizontales. Trenzas y remolinos de intenciones, de edificios y periplos, de chaflanes, de arquitecturas, de pasiones urbanas o de invasiones rurales, pulsos de idas y venidas, de entradas y salidas.
La plaza donde te llevaba tu abuelo, la calle de tu colegio, la esquina donde te dieron tu primer beso de amor… La historia de tu construcción y la geografía de tu alma. Como una obra de arte singular, el mapa de tu vida es un icono de tu idiosincrasia, un dni íntimo de tu espacio vital, algo que no solo te define si no que también has construido y que quisieras compartir.
Sueñas con una imprenta imposible que saque a la luz tu mapa peculiar y privado, para que todos conozcan el mapa de tu alma.
Así todos sabrán por fin dónde se encuentran el norte de tus anhelos, el sur de tu desconsuelo, el este de tu pasión o el oeste de tus locuras…
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Aquí lo encontrarás.
Te lo enviamos a tu casa.